19 de Enero, 2008
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Pablo Cruz Rivas |
Ese tipo que vi recién subir al subte era Pablo Cruz Rivas, sí. No me quedaba ninguna duda. Lástima que se me escapó por un pelito y no pude acercarme, pero era él, che, sin dudas. Era Pablo Cruz Rivas, y cuando lo menciono lo menciono así porque no es posible recordarlo solamente como Pablo, ni siquiera como el Sr. Rivas; él, para nosotros, siempre fue Pablo Cruz Rivas. Ahí estaba él, estoy seguro. Su presencia nunca pasa desapercibida en ningún sitio. Es imposible que Pablo Cruz Rivas este en cualquier momento en determinado lugar y no llame la atención de más de uno. Su notable presencia, su porte de galán maduro, su inconfundible voz grave y penetrante. Creí que nunca lo volvería a ver, algunos dijeron que se había ido a España con la crisis del 2000, otro aseguraron que había sido asesinado mientras buscaba travestis en Palermo. Lo cierto es que de un día para el otro dejó de venir cada tarde al café del gallego a tomar su vermout. Su silla, luego de casi veinte años, quedó extrañamente vacía. Los primeros fueron días en los que de lo único que se hablaba era de su ausencia, al cabo de unas pocas semanas, nadie volvió a preguntar por él. Pero yo jamás lo olvidé. |
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publicado por
dp a las 04:00 · 1 Comentario
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Al margen |
Dicotomía Incruenta |
Siempre llega mi mano más tarde que otra mano que se mezcla a la mía y forman una mano. Cuando voy a sentarme advierto que mi cuerpo se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse adonde yo me siento. Y en el preciso instante de entrar en una casa, descubro que ya estaba antes de haber llegado. Por eso es muy posible que no asista a mi entierro, y que mientras me rieguen de lugares comunes, ya me encuentre en la tumba, vestido de esqueleto, bostezando los tópicos y los llantos fingidos. Oliverio Girondo |
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